“asfixialas con besos y dulzuras
contagialas de todas tus locuras”
Alejandro Fernandez
La Concepción de la mujer como un sujeto relegado al espacio
doméstico o conventual, donde la actitud es de sumisión, y fragilidad, hace
parte de la construcción desarrollada durante la segunda mitad del siglo XIX
denominada como “El bello Sexo” que en el contexto doméstico alude a una mujer
paciente, sensible, enfermiza, débil y desde luego educada como parte de la
perspectiva de optimización de su rol de madre cuidadora, mujer que al albergar
este cúmulo de virtudes aumenta su valor como propiedad del hombre. Esta
concepción encuentra parte de sus orígenes siglos atrás en el concilio de
Trento donde se instaura el del ideal mariano traducido en el ideal femenino de
Virgen/Madre.
Este ideal se encuentra vinculado posteriormente a prácticas
como la caballerosidad y galantería ejercidas desde una posición de poder, que
pueden ser leídas no sólo como beneficiosas para la mujer, sino también como
parte de una estructura normativa que determina la naturaleza masculina o
femenina de los roles y de los elementos en juego al interior de esta
estructura tales como: poder de decisión, reconocimiento del propio placer,
entre otros. Sin embargo el discurso no se circunscribe exclusivamente al
espacio doméstico sino que hace eco en otros espacios, operando bajo la misma lógica,
en tanto plantea zonas de aparente comodidad que enmascaran y legitiman
diversas formas de violencia que pasan desde la violencia simbólica hasta los
golpes.
De esta manera el video presenta una acción con un ritmo
creciente donde el gesto de galanteo y admiración se repite y satura hasta
hacer evidente el carácter violento y cohersitivo de la misma.
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